¿Y si una “ocurrencia” te llevara a prisión de por vida?

Las redes sociales se conmocionan con una historia que parece ficción pero no lo es, en Florida, un adolescente de 17 años fingió su propio secuestro, se disparó en la pierna, mandó mensajes dramáticos a su familia y desató un megaoperativo con helicópteros y patrullas, como si fuera una escena de película.

Pero lo más impactante no fue el caos… Fue descubrir que todo el plan lo escribió con ayuda de ChatGPT, una Inteligencia Artificial que usó para que su historia sonara 100 % real; le preguntó cómo recolectar sangre sin dolor, detalles sobre carteles mexicanos para señalarlos a ellos como responsables y todos los pasos a seguir para según el armar el plan perfecto, pero no contó con que su propia herida lo dejaría en un callejón sin salida ya que no pudo avanzar mucho antes de ser descubierto y ahora enfrenta una posible sentencia de una vida en prisión.

Aún se desconocen los motivos, pero no queda duda que todo el plan es un disparate por eso debemos recordar que la IA no tiene conciencia… tú sí

La inteligencia artificial es como un espejo: refleja lo que tú le pidas, sin juzgar, sin cuestionar si está bien o mal, si le pides una receta, te la da, si le pides un guion para fingir un secuestro… también.

El problema no es la herramienta.
El problema es hasta dónde llegan nuestras ideas cuando creemos que “nada va a pasar” o que nos podemos salir con la nuestra sin consecuencias.

La adolescencia es una etapa intensa: todo se siente gigante, urgente, a mil por hora.
Y con herramientas como la IA, una idea loca puede transformarse en algo muy real en minutos.
No se trata solo de “qué puedo hacer”, sino de por qué quiero hacerlo.

A veces, detrás de estas historias, hay soledad, presión, ganas de llamar la atención o simplemente no medir consecuencias. Pero las consecuencias… llegan. Y en este caso, son graves: el chico enfrenta cargos que podrían llevarlo a prisión de por vida.

No todo uso de la IA es “cool” o “inocente”.
Necesitamos espacios reales para hablar de cómo estas herramientas pueden afectar nuestra forma de pensar, sentir y actuar.

Si estás pasando por un momento difícil, hablar con alguien no es debilidad. Es inteligencia emocional.

Y si ves que alguien cercano está planeando algo extremo, no es “drama”. Es una señal.

La tecnología no va a frenar tus ideas.
Por eso, el límite lo pones tú.
Usarla para aprender, crear o expresarte puede abrirte puertas increíbles.
Usarla sin pensar… puede cerrarlas para siempre.

La próxima vez que tengas una ocurrencia “extrema” piensa dos veces:
¿Esto me ayuda… o me pone en riesgo?
¿Estoy buscando resolver algo… o escapar de algo?

Porque sí, la IA es poderosa, pero tu criterio y tu salud mental… lo son mucho más. (Sam García)