En redes sociales todos hablan de Óscar, el hombre que alguna vez fue el rey del after y que hoy camina, con paso firme, por las mismas calles donde casi perdió la vida.
Su historia se volvió viral no por espectáculo, sino por la verdad y la crudeza de mostrar lo que pocos se atreven, por enseñar al mundo lo que casi nadie se atreve a decir: que detrás de la fiesta, del brillo y de las madrugadas infinitas, a veces se esconde el vacío más profundo.
“Me pasé una experiencia muy horrible. Hoy tengo dos años y medio limpio.”
“Admito mi impotencia ante el alcohol. Torcí mi vida, mi mente… pero sigo luchando con todo el corazón.”
Quien lo escucha, no oye a un hombre arrepentido, sino a alguien que resucitó sin morir; porque sí, Óscar murió muchas veces; en un cajero, en una botella, en la vergüenza pero siempre hubo algo, una chispa mínima que se negó a apagarse.
Hoy en día Óscar camina con la misma chamarra con la que se destruyó.
La misma que lo cubrió del frío cuando ya no tenía techo.
La misma que se empapó de lágrimas, vómito y miedo.
Luisito quien lo entrevistó hace 10 años volvió para hablar con él y entre risas para cortar la tensión de su crudo relato le dijo:
“Ese abrigo sobrevivió bien.”
Y Óscar, con la mirada firme y decidida, respondió:
“Sobreviví yo.” “Dormí en cajeros para calentarme. Me daba vergüenza estar ahí sin sacar dinero… hasta que terminé durmiéndome.”
“Tomaba vodka, ron, anís, cerveza… lo que saliera.”
“Llegué a echarle alcohol a los corn flakes.”
No hay romanticismo en sus palabras.
Hay verdad, una que es cruda, sucia, desgarradora… y por eso mismo es demasiado poderosa.
Cuando tocas fondo, solo hay una dirección: ir arriba
Óscar no cuenta su historia para dar lástima.
La cuenta porque quiere que alguien —quizás tú— entienda que sí se puede salir.
Que el infierno existe, y que no está bajo tierra: está en una mente vacía, en un camino sin rumbo, en un cuerpo que ya no quiere sentir.
Pero también hay salida y empieza el día que decides dejar de mentirte.
Hoy, su abrigo es su amuleto. No porque sea mágico, sino porque le recuerda lo que resistió, el frío, la soledad, el hambre… y aún así, eligió vivir.
“La vida es una y es hermosa.” No lo dice como una frase bonita, lo dice como quien la perdió y tuvo que pelear cada día para recuperarla.
¿Y tú…?
Quizás no dormiste en la calle, pero todos cargamos nuestras propias ruinas.
A veces el abismo no se ve: se disfraza de rutina, de trabajo, de risas falsas.
No importa.
Lo importante es no quedarse ahí.
Óscar lo dice sin adornos:
“Sobreviví yo” y esa frase vale más que cualquier historia viral porque nos recuerda que no hay caída tan profunda que no se pueda escalar si todavía respiras. (Sam García)
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